La Fundación Daniel y Nina Carasso lanza Delicias Arte y Alimentación, un nuevo programa que hibrida sus dos ejes estratégicos: Arte Ciudadano y Alimentación Sostenible. Esta iniciativa surge con motivo de la próxima inauguración de Infinito Delicias, espacio de experimentación dedicado a la cultura, a la cocina y la innovación, ubicado en el barrio de Delicias (Madrid).
Desde la Fundación apostamos por el poder del arte para inspirar nuevas formas de pensar y actuar frente a los grandes desafíos contemporáneos, especialmente los vinculados a la crisis ecológica y a nuestra manera de alimentarnos. Este programa impulsará propuestas culturales y colaboraciones con agentes que trabajen en torno a la ecología, los ecosistemas y el buen comer desde perspectivas creativas y comprometidas.
Infinito Delicias, con 2.700 m² dedicados a la cultura, la cocina y la innovación, será muy pronto un laboratorio vivo y abierto a personas de todas las edades: artistas, cocineros, agricultoras, asociaciones, startups, instituciones públicas, fundaciones… Un espacio para pensar, debatir, experimentar y crear juntas.
Con Delicias Arte y Alimentación, que encontrará en las instalaciones de Infinito Delicias un espacio privilegiado para su desarrollo, la Fundación refuerza su compromiso de conectar cultura, ecología y alimentación para construir un futuro más justo, consciente y sostenible.
Con esta nueva iniciativa apoyaremos a colectivos y agentes culturales cuyas prácticas aborden temas como el cuidado del entorno, los ecosistemas y la alimentación desde una perspectiva creativa y transformadora.
En esta primera edición, hemos invitado a colaborar a Paisanaje, grupo de exploración y acción que aborda la crisis ecosocial desde el arte. Su propuesta, Mano Vuelta, plantea una reflexión crítica sobre los modelos actuales de producción y consumo alimentario, abordando desde el arte cuestiones ligadas al territorio, la sostenibilidad y las políticas extractivas.
Con esta colaboración buscamos cuestionar la idea del arte como algo desligado de lo útil. En su lugar, propone una práctica estética vinculada a la producción, la tierra y los cuidados. Rechaza la mirada paisajística heredada del siglo XIX, que idealiza el campo como lugar idílico contemplado desde la ciudad. Por este motivo, el proyecto plantea una reconexión con el entorno que reconozca a Madrid no solo como espacio de consumo, sino también como territorio productor.
Apostamos por un reequilibrio frente a determinadas políticas extractivas. Replanteamos los usos del suelo, cuestionando aquellas dinámicas que conciben el territorio como meramente “edificable” y defendiendo en cambio su potencial para abastecer a la población mediante una agricultura local no intensiva que permita una alimentación más próxima y sostenible.
Por ello, se articula en torno a tres enclaves rurales de la Comunidad de Madrid, cada uno con condiciones climáticas y culturales distintas: los olivos de la Vega, los viñedos del suroeste y los rebaños de la Sierra Norte. En estos paisajes productivos se recuperarán terrenos semiabandonados para acompañar distintas fases del ciclo agrícola, desde la poda, la vendimia y el prensado, hasta la trashumancia o el esquileo.
Imaginamos estos tres lugares como refugios simbólicos y productivos —ligados al aceite, el vino y el queso— desde los que pensar y practicar un futuro más justo, incluso cuando hacerlo parezca un acto ingenuo. Espacios de creación y encuentro donde arte, alimento y comunidad se entrelazan en armonía con otras especies y temporalidades.
Estas labores se traducirán en un calendario agrícola vivo que marcará también el ritmo del programa público, desplegado a lo largo de 18 meses —de septiembre de 2025 a diciembre de 2026— tanto en las instalaciones de Infinito Delicias como en diferentes localidades de la Comunidad de Madrid. Este programa incluirá salidas al campo, activaciones artísticas, talleres de transformación de alimentos, comidas populares y publicaciones, en una combinación de saberes, prácticas y experiencias compartidas que pongan en valor los vínculos entre cultura, alimentación y territorio.
Por otro lado, en este proceso nos acompañarán artistas invitados que seguirán de cerca las distintas fases agrícolas y el desarrollo del proyecto. A partir de esta experiencia, cada uno creará una obra que funcione como testimonio artístico del proceso, materializando sus aprendizajes, vínculos y transformaciones.
La Fundación rinde homenaje al legado de Daniel y Nina Carasso, con un firme compromiso ante los desafíos actuales —la emergencia ecológica, el aumento de las desigualdades y la fragmentación social—, actuando en dos áreas esenciales: la alimentación sostenible, que vincula la alimentación a la ecología, la salud y la justicia social; y el arte ciudadano, que promueve la expresión artística como forma de ejercer y cohesionar la ciudadanía.
Presente en Francia desde 2010 y en España desde 2014, la Fundación ha tejido alianzas sólidas con actores locales en ambos países. Sus acciones responden a los retos y oportunidades de cada territorio, pero parten de una visión común: transformar los sistemas alimentarios y culturales desde la inclusión, la creatividad y la sostenibilidad.
Infinito Delicias amplía esta visión, promoviendo la hibridación entre arte y alimentación, y explorando nuevos enfoques temáticos en comunidad. Desde el inicio, la Fundación acompaña a Infinito, ubicando su sede española en el mismo espacio y colaborando en su oferta cultural, comunitaria y formativa.




