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Habitar el Palacio: aprendizajes de una alianza para activar un espacio ciudadano en desuso

Arte Ciudadano
29 marzo 2022

Habitar el Palacio es una iniciativa de activación cultural comunitaria alrededor de una arquitectura inacabada: el Palacio del Cerezo, en Extremadura. Tras haber sido beneficiario de la convocatoria Alianzas para una Democracia cultural en 2020, Amparo Moroño, gestora cultural de la Mancomunidad de Municipios del Valle del Jerte, cuenta aquí en detalle cómo han transcurrido estos años construyendo y articulando comunidad en torno al Palacio del Cerezo en alianza con el estudio de arquitectura cAnicca. Esperamos que este testimonio pueda inspirar la concepción y creación de otras alianzas para reforzar la democracia cultural a través del arte y la mediación.

Habitar el Palacio es un proceso ciudadano de activación de una arquitectura inacabada. Un edificio público que fue concebido como palacio de congresos en la comarca agrícola del Valle del Jerte y que en la actualidad es un espacio cuyo proceso de construcción, lejos del proyecto original, ha terminado, pero sin una propuesta de contenidos o un modelo de gestión. Desde la alianza entre el Programa de Cultura de la Mancomunidad del Valle del Jerte y el colectivo de arquitectas y mediadoras cAnicca, surge esta iniciativa que pretende articular un proceso ciudadano de pensamiento colectivo y activación de propuestas culturales para el futuro próximo del Palacio del Cerezo. Su propuesta pretende convertirlo en un espacio de crítica cultural y pensamiento colectivo, pero también en un lugar desde el que plantear propuestas de activación que puedan mejorar las condiciones de vida de las personas que habitan la zona e instaurar dinámicas de trabajo colaborativo que fortalezcan los ecosistemas sociales y culturales en el territorio.

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"Hemos dedicado más de la mitad del tiempo del proyecto a activar la conversación con la gente y a realizar los trámites oportunos para poder acceder al espacio. Ahora, poco a poco, la gente irá creando su propios lugares en el espacio y el Palacio irá activándose, cobrando vida."
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Amparo Moroño, gestora cultural de la Mancomunidad del Valle del Jerte

¿Cómo conocisteis la convocatoria Alianzas para una Democracia cultural, y por qué decidisteis presentar el proyecto Habitar el Palacio?

Todas las personas que formamos parte de este proyecto nos dedicamos desde hace años a la mediación artística, las prácticas de arte y educación, la producción cultural colaborativa o las prácticas de cultura comunitaria, por lo que seguimos con atención todas las convocatorias de la Fundación Daniel y Nina Carasso, que son un apoyo muy importante para nuestro sector.

La llegada de una convocatoria como Alianzas para una Democracia Cultural trajo para nosotras una alegría enorme, ya que atiende a una necesidad que veníamos viviendo desde hace tiempo, tanto en nuestra experiencia de trabajo en colectivos como en nuestro trabajo desde entidades o instituciones culturales. Esta convocatoria mira hacia la necesidad de complementariedad y desarrollo de fórmulas y estructuras de trabajo en equipo entre administraciones públicas y colectivos independientes. Pensamos que es necesario reforzar los espacios de colaboración público-social y esta convocatoria es una vía para explorar fórmulas y detectar fragilidades y retos en este sentido

Cuéntanos en qué punto estaba el proyecto Habitar el Palacio antes de entrar a formar parte de Alianzas para una Democracia cultural 2020. ¿Cuál era la relación preexistente entre los miembros de la alianza? ¿cómo enfocábais el proyecto? ¿se estaban desarrollando actividades previamente?

Habitar el Palacio, como proyecto, surge a la vez que la convocatoria. La Mancomunidad tenía desde hacía tiempo una serie de inquietudes en relación al Palacio del Cerezo, un edificio que llevaba años en desuso y que venía generando malestar y desilusión en la comunidad. Meses antes de la convocatoria habíamos visitado el espacio con Thais y Carlos, del colectivo cAnicca, que estaban realizando un proyecto en la comarca. Ahí surgen las primeras conversaciones informales entre la Mancomunidad y cAnicca. El lanzamiento de la convocatoria en marzo de 2020 nos aportó unas coordenadas concretas con las que dar forma a esta propuesta, entendiendo todas que el Palacio del Cerezo necesitaba un primer proyecto que se ocupase de trabajar con la comunidad, de manera colectiva, las pistas hacia su futura activación.

¿Cómo surgió la alianza con cAnnica y qué aprendizajes habéis podido extraer de esta experiencia en colectivo?

La decisión de constituirnos en alianza surgió de poner en diálogo el ámbito de trabajo de cAnicca (la arquitectura y el urbanismo participativo, los procesos de trabajo y pensamiento con la gente sobre los lugares que habitan…) con las necesidades que detectábamos en el territorio: un espacio en desuso y un deseo por parte de la Mancomunidad de abrir una conversación con los y las habitantes del territorio sobre sus posibles formas de activación en un futuro próximo.

La experiencia de trabajo en alianza está siendo enriquecedora y compleja, como lo es cualquier proceso de colaboración o producción cultural colectiva en el que participan agentes de naturaleza diversa, afectados por condiciones, situaciones, deseos, experiencias… que nos hacen situarnos de manera diferente en los procesos. Pienso que es importante en este modelo de trabajo en alianza estar atentas a la oportunidad de aprendizaje y enriquecimiento mutuo que nos ofrece esta diversidad de agentes en un mismo equipo de trabajo

Cuéntanos más sobre la problemática social específica en la que se centra Habitar el Palacio y las metodologías de mediación transformadoras que estáis empleando para abordarlas.

A medida que va pasando el tiempo vamos viendo    que Habitar el Palacio es un proceso ambicioso y complejo, que camina en muchas direcciones y tiene efectos en diferentes capas. Uno de los objetivos iniciales tenía que ver de manera clara con la activación de un edificio que estaba vacío desde hace años, en una situación administrativa compleja y con las posibilidades de articulación de políticas culturales comunitarias en torno a este espacio físico. El proyecto toma forma de una investigación colectiva en la que nos hacemos dos preguntas: por un lado, ¿qué necesidades e intereses culturales experimentan las personas que viven en este territorio rural? Y, por otro lado, ¿de qué manera un espacio físico como el Palacio del Cerezo puede funcionar como herramienta que atienda esas necesidades?  El proceso que estamos viviendo gira en torno a las conversaciones que se generan con los vecinos y vecinas de los pueblos en torno a esas dos preguntas.

¿Cuál dirías que ha sido el impacto que ha generado Habitar el Palacio en su contexto, durante los últimos dos años?

Poco a poco va surgiendo una pequeña comunidad, un grupo de personas vinculadas activamente al proyecto y, por lo tanto, una experiencia de trabajo en red entre habitantes de distintos municipios de la comarca. Esto era algo muy importante para nosotras, ya que en el diagnóstico inicial habíamos detectado una inercia a trabajar de manera más local.

Hemos abierto una conversación sobre la necesidad -o no- de un espacio cultural en la comarca, sobre la necesidad de espacios culturales comunitarios.

Estamos viviendo un proceso instituyente que afecta tanto a las realidades humanas del proyecto (agencias, espacios de voz, etc.) como a la propia realidad administrativa del edificio que, cuando comenzó el proyecto, era un espacio al que no podíamos acceder y que hace unas semanas ya podemos utilizar de manera oficial. Todo este proceso de diálogo con las administraciones públicas está siendo una parte importante y decisiva en el proyecto.

¿Cuál es el futuro de Habitar el Palacio y del Palacio del Cerezo?

Habitar el Palacio es un proceso cuya razón de ser es funcionar como un punto de partida lógico e imprescindible en un proceso que durará mucho más tiempo. El proyecto no tendría sentido sin un siguiente paso que consistirá, esperemos, en materializar las propuestas consensuadas en este primer proyecto, fortalecer un modelo de gobernanza de naturaleza público-social y construir de manera colaborativa la vida cultural del espacio. Hemos dedicado más de la mitad del tiempo del proyecto a activar la conversación con la gente y a realizar los trámites oportunos para poder acceder al espacio. Ahora, poco a poco, la gente irá creando su propios lugares en el espacio y el Palacio irá activándose, cobrando vida.

¿Qué aspectos crees que debería tener en cuenta una persona o entidad que se embarca en un proyecto de Alianzas para una Democracia cultural? ¿Qué datos, claves o consejos crees ahora que te hubiesen resultado útiles al iniciar este recorrido, para transmitírselos a los nuevos proyectos?

Para nosotras el documento que presentamos a la convocatoria está siendo una herramienta de trabajo fundamental al que volvemos una y otra vez cada vez que atravesamos una situación de crisis, hay que tomar decisiones o asumir cambios de dirección. Estamos comprobando en el terreno lo importante que es construir una buena hoja de ruta anclada al contexto y enmarcada teórica y metodológicamente y, a pesar de ello, capaz de ir transformarse y tomar forma sobre la marcha.

También estamos comprobando que es importante ser realistas a la hora de redactar los proyectos en relación a los medios humanos y materiales que disponemos, para que sean sostenibles en el tiempo. Es fácil, cuando redactamos proyectos para presentar a las convocatorias, dejarnos llevar por los deseos y las posibilidades que detectamos al conocer en profundidad nuestro contexto. Creo que hay que saber poner en equilibrio este necesario entusiasmo con las condiciones reales con las que contamos.

En un sentido más práctico, algo que estamos aprendiendo de Habitar el Palacio es la importancia del trabajo de comunicación, ¡es fundamental contemplarlo en los equipos humanos y presupuestarlo!

¿Un mensaje inspirador para aquellas iniciativas que están pensando en presentarse a la nueva convocatoria de ‘Alianzas por una Democracia cultural’?  

Los ecosistemas culturales en los que desarrollamos nuestro trabajo están habitados por agentes de naturalezas muy diversas, desde instituciones culturales hasta colectivos independientes pasando por asociaciones, trabajadores/as autónomos o administraciones públicas. Es importante poder contar con espacios que nos permitan investigar las posibilidades de trabajo entre agentes culturales de diversa naturaleza, que nos brinden los tiempos y los recursos para aprender de esta complejidad y de las posibilidades de crecimiento que emergen de ponernos en relación. 

Créditos de las fotos: Habitar el Palacio

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