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Morir guay cuestiona el tabú alrededor de la muerte hibridando arte y ciencia

Arte Ciudadano
15 abril 2025

Conversamos con el colectivo DU-DA y el biólogo Jordi Miralles sobre el proyecto Morir guay, que tiene como objetivo fomentar la conciencia ecológica y la sostenibilidad ambiental, además de transformar el relato alrededor del concepto de la muerte. El proyecto fue seleccionado en la quinta edición de nuestra convocatoria Componer saberes para imaginar y construir futuros sostenibles que está dirigida a iniciativas en las que colaboren artistas, investigadores de cualquier disciplina científica y la ciudadanía para abordar los retos ecosociales del presente.

En este tiempo de acompañamiento se han llevado a cabo actividades y acciones con estudiantes de diseño, con alumnado o con la propia ciudadanía, también se han acercado a otros proyectos con los que están colaborando, como Ecologías del lúpulo o se ha grabado un viaje a Estados Unidos en el que se ha investigado la relación ecosocial y el morir. Para inspirar a otros proyectos de cara a la convocatoria de Componer saberes para imaginar y construir futuros sostenibles de este año, hablamos con el colectivo DU-DA, formado por Clara Piazuelo y Sarai Cumplido, y con el biólogo Jordi Miralles.

¿Cómo conocisteis la convocatoria Componer saberes?

Componer Saberes es una convocatoria muy conocida dentro del contexto artístico en el que trabajamos. De hecho, ya nos habíamos presentado a la convocatoria anterior con otro proyecto muy diferente con el que llegamos a ser finalistas, pero que no ganamos. Al siguiente año lo volvimos a intentar con Morir guay y lo logramos.

¿Qué ha supuesto contar con la ayuda de la Fundación Daniel y Nina Carasso en esta iniciativa?

Un salto cualitativo radical. Por un lado, en nuestra estructura, ya que anteriormente éramos autónomas y ahora hemos podido formalizar nuestros contratos. Lo cual se ha traducido en mucha estabilidad y un gran aprendizaje en cómo gestionar un proyecto desde el punto de vista de la gerencia. Por otro lado, nos ha permitido ampliar nuestra red de colaboradoras expertas, escalar el proyecto y llevarlo a otras áreas que no son las nuestras como la arquitectura, el diseño, las artes vivas o la biología.

Durante el tiempo de proyecto, ¿con qué agentes se ha colaborado para hibridar arte y ciencia?

Sobre todo con Jordi Miralles, él es biólogo y activista, colabora con nosotras de forma habitual. Fue muy interesante hacer con él  ‘La escuela del Más Acá’, un programa de talleres para niñxs y adolescentes, alrededor de las nociones de pérdida, ruptura, despedida y transformación con énfasis en los procesos naturales. Jordi nos enseñó la diferencia entre putrefacción, descomposición y fermentación a través de la observación directa. Gracias a un abordaje más científico pudimos comprender qué sucede con la muerte desde el punto de vista biológico, cambiar a escalas no humanas, entender la complejidad de la vida que nace a partir de aquello que muere, reconciliarnos con la mortalidad y entender la ciclicidad inherente a la vida. 

¿Cómo contribuye Morir guay a crear un futuro más sostenible?

La muerte es una cuestión profundamente ecológica y política. En nuestro territorio los funerales ecológicos no son todavía legales, y la muerte genera un impacto negativo en el medio ambiente a pesar de ser un proceso natural. Los funerales tradicionales, ya sea mediante entierro o cremación, constituyen una considerable fuente de emisiones de carbono. La toxicidad proviene de los barnices de los ataúdes, de los acolchados con textiles sintéticos, de las prendas de vestir, de las espumas de las coronas florales y del uso del formaldehído y otros químicos similares en la tanatopraxia. Morimos de la misma manera que vivimos: manipulados por la industria para consumir productos innecesarios y contaminantes, generando huella ecológica, desconectados de la tierra y de los ciclos de la vida.

Creemos en la potencia de la investigación artística para generar nuevas realidades que puedan ayudar a la reparación del planeta y de la relación entre el sur global y el norte global. Nos interesa experimentar con bio materiales de desecho y km 0, y con materiales regenerativos, que no solo aseguren la sostenibilidad ambiental, sino que la reconstituyan. También hemos trabajado propuestas artísticas puedan inspirar ceremonias funerarias más soberanas y ecológicas, por ejemplo, en la exposición ‘Tu cuerpo, la ofrenda. De la planta la fiesta’. Con esta instalación, que incluye el prototipo de un ataúd biodegradable y open source, quisimos abrir una conversación acerca de la industria funeraria y ampliar los imaginarios de lo posible.

Morir guay es un proyecto que busca repensar los discursos imperantes en torno al concepto de la muerte. ¿Desde qué perspectivas se ha abordado este objetivo?

Desde una perspectiva ecofeminista, crítica y situada. Ecofeminista porque entiende la muerte como parte de un ciclo interdependiente entre seres humanos y no humanos, cuestionando la separación entre naturaleza y cultura. Crítica porque denuncia la industria funeraria y su mercantilización de la muerte, cuestionando cómo ha convertido el duelo y los rituales en productos de consumo. También analiza el impacto ambiental de las prácticas funerarias convencionales y la medicalización del final de la vida, abriendo espacio para imaginar otras formas de morir más conscientes, accesibles y sostenibles. Y situada porque parte de contextos específicos, reconociendo que las prácticas y significados de la muerte varían según la historia, la geografía y las relaciones de poder.

¿Cuáles son las claves para desarrollar un proyecto que combine el arte, la creación y la ecología en relación con el morir?

La primera clave es contar con los recursos necesarios, ya que al tratarse de un tema todavía muy tabú, y que además cuestiona el status quo de la industria funeraria, no es fácil. Por otro lado, abordar la pregunta de cómo rediseñar la muerte requiere una aproximación holística, es fundamental adoptar un enfoque interdisciplinario que integre saberes de distintas áreas y para ello hemos contado con expertas colaboradoras en varios ámbitos. También es clave incorporar una mirada crítica y especulativa que cuestione las narrativas dominantes sobre la muerte, abriendo espacio para imaginar alternativas fuera de la lógica industrial y mercantilizada. Para llevarlo a cabo, se ha involucrando a comunidades, expertas y experiencias personales para que las propuestas sean significativas y situadas. La dimensión ritual y simbólica juega un papel esencial, el arte nos ayuda a crear nuevos lenguajes y formas de despedida que respondan a las necesidades emocionales y culturales de cada contexto. Finalmente, la experimentación, la curiosidad y el juego son herramientas poderosas para abrir conversaciones difíciles y facilitar una aproximación más accesible y transformadora a la muerte.

¿Qué tipo de acciones se han puesto en marcha en torno al proyecto y qué frutos han dado?

La primera acción fue en diciembre de 2023 con un grupo de estudiantes del máster “Design Research”. ‘Laboratorio de diseño especulativo para eco-funerales’  partía de las preguntas ¿Se puede a través del diseño generar prácticas que fomenten ceremonias funerarias más ecológicas? ¿Qué objetos necesitamos en nuestros rituales de despedida y qué otras materialidades se pueden diseñar?

Esta línea de investigación alrededor de los materiales, continuó en 2024 con el ‘Laboratorio de investigación de biomateriales con la planta de lúpulo’ en Mieres (Girona), bajo la premisa de prototipar un ataúd biodegradable fabricado únicamente con los residuos de la planta. El resultado formó parte de una instalación que se expuso en la exposición en el Centro de Arte Santa Mónica.  En 2024 también llevamos a cabo ‘La Escuela del Más Acá’ para acercarnos a la muerte con curiosidad y desde una mirada no adulto-céntrica. Ese mismo verano viajamos a Estados Unidos, donde los funerales ecológicos son legales, allí generamos un material audiovisual que se puede ver en la exposición itinerante ‘De esta carne nacerán flores’ y se está editando como largometraje documental.

En 2025 estamos llevando a cabo el Tanatolab, un programa de encuentros en el que mostramos contenidos de nuestro archivo audiovisual y damos herramientas prácticas para relacionarnos con la muerte con mayor soberanía y desde una perspectiva ecofeminista. Por último, estamos experimentando con lenguajes performativos y con la parte más personal de la investigación y que hemos llamado ‘Si la sangre es la vida’. Esta acción se estrenará en otoño de 2025 dentro del ciclo ‘Hacer Historias’.

¿Qué retos se plantean para que los procesos sean replicables entre la ciudadanía?

Los principales retos son la accesibilidad y la economía, ya que muchas alternativas ecológicas y comunitarias en torno a la muerte siguen siendo costosas o difíciles de implementar dentro del sistema funerario actual. También existe el desafío de las normativas y la burocracia, la legislación varía según el país, pero en el nuestro todavía no son legales. Otro obstáculo es el cambio cultural y la persistencia del tabú en torno a la muerte, por eso es fundamental generar espacios de diálogo y proyectos pedagógicos intergeneracionales para normalizar estas conversaciones. Además, para que estas prácticas sean sostenibles en el tiempo, es necesario construir redes de apoyo que faciliten el acompañamiento, la organización y la transmisión de saberes.

¿Cuáles son las perspectivas de desarrollo de Morir guay a medio y largo plazo?

Durante este proceso se han abierto líneas de implantación y colaboraciones realmente interesantes que nos permiten mirar con optimismo y mucha ilusión el desarrollo futuro de Morir guay. Actualmente, estamos diseñando el proyecto que permitirá un mayor impacto divulgativo y pedagógico, se trata de una escuela que será también una plataforma digital y una comunidad activa desde compartir conocimiento y formación con relación a los ciclos de vida y muerte, y a maneras de coexistir más soberanas y ecológicas.

También estamos editando una película documental a partir de todo el material rodado en nuestro viaje en busca de referentes por EEUU el pasado verano. Todo el equipo de edición está muy motivado con las posibilidades cinematográficas del material, así que estamos muy contentas y agradecidas.

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