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La cultura, motor económico de transformación hacia un futuro más justo

Arte Ciudadano
21 mayo 2025

Desde la Fundación Daniel y Nina Carasso, creemos en el poder del arte y la cultura como palancas de transformación significativa. Esta idea se refuerza con los datos: los sectores culturales y creativos (SCC) son mucho más que expresión o identidad; son también economía, innovación y bienestar. Estas conclusiones están extraídas de un informe que hemos apoyado y que ha sido realizado por la Fundación COTEC con la participación del grupo de investigación Econcult de la Universidad de València, sobre la situación del valor económico de los sectores culturales y creativos en España. 

Llevamos años acompañando a quienes trabajan desde la intersección entre arte ciudadano, innovación social, ciencia y sostenibilidad. Este informe confirma que apoyar la cultura no es subsidiar algo accesorio, sino invertir en los pilares de una sociedad más justa y resiliente. El informe, que se presentó el 19 de mayo con la presencia del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, revela que los SCC en España contribuyen significativamente al desarrollo sostenible, al tiempo que generan riqueza, empleo de calidad y cohesión territorial.

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Conocer estos datos de una manera tan transparente nos sirve para dar visibilidad y legitimidad económica a lo que muchas personas y colectivos ya viven cada día sobre el terreno. Es hora de situar a la cultura en el centro del cambio
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Lucía Casani, directora de la Fundación Daniel y Nina Carassso en España

En un momento crucial para el modelo de desarrollo en España, los sectores culturales y creativos emergen como catalizadores de transformación social, económica y ecológica, presentando la cultura como una respuesta estratégica. Dado que la cultura es un ámbito amplio y complejo, es fundamental enfocar el análisis con un propósito claro: proporcionar datos y argumentos que evidencien la importancia de  proteger e impulsar estos sectores en España.

El informe ofrece once puntos clave para entender la importancia económica de un sector vivo que se transforma y aumenta su relevancia cada día:

  • Los sectores culturales y creativos (SCC) crecen más rápido que la economía española y aportan más al PIB que industrias como la textil, farmacéutica o química.
  • Cada euro invertido en los SCC genera 1,75 euros de valor añadido, superando el efecto multiplicador del turismo y la construcción.
  • La productividad por trabajador en los SCC es un 40% superior a la media del sector servicios.
  • La creación de empleo en los SCC creció un 17% tras la pandemia, más del doble que el conjunto de la economía (+8%).
  • Los salarios medios en los SCC son más altos y la brecha de género es menor, aunque existe una mayor desigualdad salarial interna.
  • El número de empresas culturales aumentó un 12% desde 2020, mientras que en el resto de la economía disminuyó; sin embargo, el 70% son autónomos.
  • Los SCC tienen más empresas “gacela” (de alto crecimiento) que el promedio nacional (8,5% frente al 7,8%), concentradas sobre todo en Madrid y Barcelona.
  • España es exportadora de servicios culturales y creativos, con un crecimiento sostenido durante la última década.
  • Uno de cada cuatro turistas internacionales en 2023 fue cultural, y su gasto diario fue un 17% superior a la media de las personas visitantes internacionales de otros tipos.
  • La inversión en innovación en los SCC creció un 46% tras la pandemia, con más empresas apostando por la transformación digital.
  • Los SCC captan más fondos NextGenEU de los que les correspondería por su peso económico, aunque estos se concentran en ciertas industrias y territorios.

Según el informe, la cultura en España no solo contribuye al desarrollo sostenible, sino que también crea riqueza, empleo de alta calidad y cohesiona el territorio. Es importante reconocer que el valor de los SCC no se limita al aspecto económico. La participación de la ciudadanía se ve impulsada por las actividades artísticas y creativas, que a su vez promueven el pensamiento crítico, el bienestar emocional y el respeto por el entorno. Estas prácticas son un espacio propicio para fomentar la inclusión, facilitar el diálogo y favorecer la transición hacia una mayor sostenibilidad ambiental.

A pesar de su relevancia, los SCC siguen infrarrepresentados en las prioridades de gasto público y muchas veces invisibilizados en el debate político. Cambiar esa mirada es urgente. Hacerlo exige alianzas entre sectores, reconocimiento institucional y políticas que pongan en el centro el cuidado, la creación y la colaboración.

La cultura no es un adorno: es un bien común. Y como tal, debe ser protegida, impulsada y compartida.

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